Era un sábado como cualquier
otro, la noche caía implacablemente, la luna brillaba en lo alto del firmamento
y las estrellas la acompañaban, nada parecía ser diferente de otros sábados que
ya había vivido, seguro alguien la llamaría, le diría para salir, aceptaría la
invitación y eso sería todo. Saldría con aquella persona, les presentaría a sus
amigos, intentaría ser graciosa,
pretendería disfrutar del momento, después de un par de tragos y unos
cuantos movimientos en la pista de baile, la noche terminaría y regresaría a
casa sin nada más que hacer.
Su vida se había vuelto una especie de rutina donde absolutamente todo se repetía, un poco cansada de la situación monótona en la que se encontraba se recostó sobre su cama sin hacer otra cosa que no sea mirar el techo, se enojaba consigo misma porque después de todo no había hecho nada para intentar salir de lo ya habitual, cerró sus ojos y golpeo la cama con su puño algo enfurecida y la misma rebotó sobre el colchón, tomó la almohada y se la puso encima de la cara, gritó con fuerzas creyendo que la tensión disminuiría de alguna manera, pero todo parecía en vano.
Al cabo de unos segundos teniendo la almohada sobre su cara escuchó el sonido de su celular, vio de quien se trataba en la pantalla, típico, era uno de sus amigos con un nuevo plan para la noche, si se le podría decir nuevo porque siempre hacían lo mismo, tomó entre sus manos dubitativamente el celular que yacía sobre la mesita de noche, no sabiendo si contestar o dejar que sonara, decidió no tomar la llamada, haría algo nuevo. Se levantó de la cama decidida a tomar riesgos por primera vez, abrió los cajones de su ropa y sacó de allí un pantalón blanco entallado y una top muy provocativo que cubría sólo un poco más arriba del ombligo, sacó sus zapatos de tacón alto, arregló su cabello, lo dejó suelto con el peinado hacia un costado que habitualmente la caracterizaba, aquellas ondas caían sobre sus hombros, se veía bien, pensaba ella~ Cogió su bolso de maquillaje y se fue a su pequeño tocador donde se aplicó las sombras, un poco de brillo labial y el rímel, estaba lista. Salió de su cuarto y su madre estaba en la sala, aquella la miró de arriba hacia abajo –
Su vida se había vuelto una especie de rutina donde absolutamente todo se repetía, un poco cansada de la situación monótona en la que se encontraba se recostó sobre su cama sin hacer otra cosa que no sea mirar el techo, se enojaba consigo misma porque después de todo no había hecho nada para intentar salir de lo ya habitual, cerró sus ojos y golpeo la cama con su puño algo enfurecida y la misma rebotó sobre el colchón, tomó la almohada y se la puso encima de la cara, gritó con fuerzas creyendo que la tensión disminuiría de alguna manera, pero todo parecía en vano.
Al cabo de unos segundos teniendo la almohada sobre su cara escuchó el sonido de su celular, vio de quien se trataba en la pantalla, típico, era uno de sus amigos con un nuevo plan para la noche, si se le podría decir nuevo porque siempre hacían lo mismo, tomó entre sus manos dubitativamente el celular que yacía sobre la mesita de noche, no sabiendo si contestar o dejar que sonara, decidió no tomar la llamada, haría algo nuevo. Se levantó de la cama decidida a tomar riesgos por primera vez, abrió los cajones de su ropa y sacó de allí un pantalón blanco entallado y una top muy provocativo que cubría sólo un poco más arriba del ombligo, sacó sus zapatos de tacón alto, arregló su cabello, lo dejó suelto con el peinado hacia un costado que habitualmente la caracterizaba, aquellas ondas caían sobre sus hombros, se veía bien, pensaba ella~ Cogió su bolso de maquillaje y se fue a su pequeño tocador donde se aplicó las sombras, un poco de brillo labial y el rímel, estaba lista. Salió de su cuarto y su madre estaba en la sala, aquella la miró de arriba hacia abajo –
+ Y tú ¿donde piensas ir hoy?
+ saldré a dar un par de vueltas
con Sebastián
+ ¿Con Sebas? Está bien
+ ¿A qué hora piensas volver?
+ Como siempre madre, no debes
preocuparte
+ De acuerdo, ve con cuidado.
Que Sebastián te traiga ¿me estás oyendo?
+ Sí sí sí, claro.
Salir con Sebastián -murmuró por
lo bajo una vez que salió de la casa, no iba a salir con él, pero su madre le
tenía la suficiente confianza y sabía que no pondría peros, muy aparte de que
jamás le dio un motivo para que le reclamara algo, siempre era la alumna modelo
desde muy pequeña, todo su tránsito desde el jardín, colegio, y ahora
universidad, jamás había tenido problemas con su rendimiento académico, hacía
todo cuando se requería, siempre en el momento y tiempo adecuado. No podía
reclamarle nada. En fin, dejó de pensar en ello, tomó su pequeña motocicleta y
decidió probar e ir a una nueva discoteca, no sabía a cual de todas, ni
siquiera sabía que iba hacer allí sin amigos pero ahora que estaba afuera no
daría marcha atrás, se enrumbó hacia las pistas y manejando a velocidad decidió
recorrer y ver cuál era la más conveniente. Después de un rato algo llamó su
atención, la música sonaba más fuerte por ese lado, decidió avanzar más con la
motocicleta, al llegar aparcó su pequeño vehículo dejándolo bien asegurado, el
viento ondeó sus cabellos y al darse vuelta observó que atrajo varias miradas
del sexo opuesto, sonrió mirando hacia un lado- Hombres –volvió a murmurar de
una forma casi imperceptible, los guaruras de la puerta la dejaron entrar de
inmediato, mientras un par de muchachos la acompañaron hasta la sala de baile,
pretendieron invitarle un trago, pero se negó- Tal vez después, gracias
–asintió- Entonces ¿quieres bailar? –preguntó uno de ellos con la voz muy
enfática- Esa idea me seduce más –contestó a su vez mirándolo de arriba abajo,
aquel niño tenía los cabellos claros y una mirada realmente cautivadora, bailó
alrededor de 3 canciones con el mismo mientras entablaban la típica
conversación de dos desconocidos, como cual era su nombre, que hacía sola, si esperaba
a alguien, entre otras cosas; de pronto, a unos cuantos pasos de ella, en
dirección a la barra observó un tipo que realmente había logrado capturar su
atención, tenía los cabellos algo rizados, una sonrisa coqueta, de contextura
delgada y era alto. Al instante le invadió unas ganas de conocerlo, de todas
manera se había propuesto hacer cosas nuevas, nada iba a salir mal pensó. Como
el muchacho con el que bailaba seguía hablándole, decidió hacer la táctica
evasiva de toda chica- Voy a ir al tocador –advirtió. El contrario asintió y la misma pudo retirarse.
Efectivamente se fue al tocador, pero
sólo para verse en el espejo una vez más, presa de la vanidad de toda mujer. Salió
de allí y caminó por la pista de baile rumbo aquel chico que había logrado
tener su atención cuando de pronto sintió que alguien la tomó del brazo, era
aquel niño de nuevo, formó una sonrisa fingida y lo miró- ¿Quieres seguir
bailando? –preguntó con gran curiosidad aquel- No gracias, iré a tomar algo
–contestó- Te acompaño –reitero el contrario- Quiero ir sola, muchas gracias
–sabía que había podido ser un poco descortés, pero no le dio mucha
importancia, después de todo, era sólo una noche y quizás no lo volvería a ver
más en su vida, decidida siguió su rumbo hasta la barra, efectivamente, allí
estaba él, rodeado de un par de chicas que se le insinuaban hasta más no poder-
Hijas de la chingada –pensó, pidió un trago al barténder, decidió no mirarlo,
a pesar de que estaba a sólo 2 asientos de él. Después de un par de tragos,
sintiendo que un calor repentino recorría su cuerpo decidió bailar, no se alejó
mucho del lugar en donde estaba y se movía al ritmo de la música tocando
ciertas partes de su cuerpo de manera seductora, cerró sus ojos dejándose
envolver por el sonido estridente de la canción, de pronto sintió unas manos
rodeando su cintura , de inmediato abrió los ojos y grande fue su sorpresa al
darse cuenta de que se trataba precisamente de aquel niño de la barra, sonrió
suavemente y su mirada quedó fija en él-
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