+Sí, sí quiero.
-se bajaron de la moto, por la
ropa que llevaba puesta comenzó a tiritar pues tenía frió, el muchacho la rodeó
con los brazos y subieron hasta su departamento, en el momento que abrió la
puerta se dio cuenta de lo grande que era, de lo espacioso, de la cantidad de
cosas que tenía, miraba de lado a lado contemplándolo todo-
+ ¿Quieres tomar algo?
–Aquella voz la sacó de sus ensoñaciones-
+ De hecho estoy cansada
¿puedo recostarme en tu sofá?
+No seas boba, ven –la tomó
delicadamente del brazo y se la llevó a la habitación- ahora sí puedes
recostarte
+Que caballero tú –sonrió y se
tiró encima de la cama rebotando un poco- Es tan suave
+Sí sí, nada más que ahora no
te pongas a saltar encima ¿vale?
+Ish! Es justo en lo que
pensaba
+eres una niña ¿cuántos años
tienes?
+18, ya estoy grandecita ¿no
crees?
+ No, no lo creo. Yo tengo 27
+Es que tú ya estás viejo
+ ¿Qué yo qué?
+Nada nada nada, seguro ya no
jalas. –Rió con fuerzas-
-Eduardo se subió encima de
ella y la sujetó ligeramente con los brazos arriba- ¿Qué ya no jalo? ¿Quieres
comprobarlo?
+Palabras palabras palabras
–repitió ella-
-es entonces que estando desde
aquella posición se precipitó hasta sus labios, se dieron uno de aquellos besos
sumidos en el placer y la lujuria, el corazón de ella latía aceleradamente,
pero no quería mostrar temor ni mucho menos inseguridad, era la primera vez que
haría algo como eso, y no estaba segura de cómo sería pero aquel niño la hacía
vibrar, estremecer, hasta la más mínima fibra de su ser, el mayor se despegó de
sus labios y comenzó a besar su cuello de manera posesiva dejando besos húmedos
por toda la extensión de éste, aquel fuego en la parte baja había vuelto a
aparecer en Lu, ya no podía controlar el deseo que tenía, sus ojos turbios por
el placer decidieron seguir con ello, el más alto comenzó a moverse encima de
ella, despertando cada sentido, soltó el agarre de sus manos y le quitó el top
que llevaba puesto, desabrochó con gran habilidad el brasier que tenía dejando
sus senos al descubierto. La niña con sus manos puestas en la camisa del mayor
la rasgó y la tiró hacia un lado del
piso, acariciando su abdomen y viéndolo a los ojos pudo observar aquel destello
febril que poseían, entonces él de una sola se quitó el pantalón junto con los
bóxers y volvió a recostarse encima de ella, sus besos resbalaban desde su
cuello y se posaban en sus senos acariciándolos y luego succionándolos, la
muchacha se sostenía firmemente de la sábanas, arqueando un poco el cuerpo por
el placer que crecía dentro de ella, las manos del chabal desabotonaron sus
pantalones, arqueó sus caderas para
ayudarlo, las manos del mismo
siguieron su camino y separaron sus piernas, tanteo con sus dedos el sexo de la
muchacha dejando que de ella soliera un fuerte gemido que se esparció por toda
la habitación, aquellas manos abandonaron su sexo de pronto- No te detengas
–suplicó mientras se movía debajo de él con la intención de tentarlo cada vez,
sus besos fueron descendiendo, bajaron por su abdomen y se abrieron paso hasta
su vagina, su lengua pasó sobre ella y los gemidos iban acrecentando mientras
sus manos empuñadas contra las sábanas por la lujuria del momento no dejaban de
arrugarse, el mayor jugó con su lengua de manera tentadora y sorbió de su sexo
satisfaciéndola al máximo, volvió ascender hasta sus labios y la misma pudo
probar de sus belfos un sabor casi agrio que se fue perdiendo en el intercambio
de saliva, sus cuerpos rosaban, estaban calientes y sudaban. El más alto tomó
su miembro entre su mano y lo adentró en el sexo de Lu, esta vez se desprendió
una lágrima mezclada con el dolor y placer, inició moviéndose suavemente dentro
de ella, luego el ritmo de la penetraciones aumentaron haciendo que sus gemidos
y jadeos se hicieran de lo más audibles, sus labios volvieron a encontrarse y
se besaron ahogando jadeos en medio de ellos. La chica enterró sus dedos en la
espalda del mayor, sus cuerpos empapados por la satisfacción y deseo pedían más
y más, seguía adentrándose en ella sin piedad, ella lo disfrutaba sin duda
alguna, los besos del chico no la abandonaron en ningún momento aquella noche–
¡Aaaah! –abrió los ojos al día
siguiente y de una sola se sobresaltó sentándose en la cama-
¡Mierda! ¡Mi madre va a matarme! –Repitió para sí, intentó pararse
pero un dolor se apoderó de ella, cerró los ojos y volvió a caer sentada en la
cama, a lo lejos escuchó la voz de Eduardo que se aproximaba, volteó hacia los
lados y no veía su ropa, tomó un polo del contario y se lo puso, aquel polo la
tapaba por completo, un poco antes de las rodillas, de pronto lo observó a
travesar el umbral de la puerta-
+Buenos días bella durmiente
–apareció con una sonrisa-
+Buenos días. Yoo… Lo siento,
no encontré mi ropa y me …
+No te preocupes, te vez linda
con mi polo
+Gracias, y ¿mi ropa?. Debo
irme o estaré en problemas, de hecho ¡ya lo estoy!.
+La mandé a lavar, llega en 15
minutos
+Pero me tengo que ir ¡Ya!
+Ya estás en problemas, unos
minutos más no harán nada ¿o sí?
+Tu ereeees –entrecerró los
ojos pero sonrió al rato- Tienes razón
+Si deseas, date una ducha
+Eso haré, gracias
-se paró despacio y caminó
hasta el cuarto de baño que previamente le había señalado, temperó el agua y
dejo que esta resbalara por su cuerpo. Cogió el jaboncillo pasándolo por su
cuello, espalda, pecho, trasero, piernas y todo, luego tomó el shampoo y enjuagó muy bien su cabello, una vez que
había terminado se escurrió dentro de la ducha y tomó la toalla que yacía
alado, salió de allí y pudo notar que su ropa ya estaba en la cama, se la puso
despacio, pues aun sentía aquel pequeño dolor, una vez que estuvo cambiada y
lista se dirigió a la sala y se encontró con Eduardo-
+Ya debo irme
+Déjame llevarte
+Me iré en mi motocicleta, no
te preocupes
+Te llevaré en mi auto. Por
cierto… No me dijiste que eras virgen.
-se quedó mirándolo un poco
desconcertada pues no sabía que responder, había sido demasiado directo- No
preguntaste, bestia. –Contestó con un insulto-
+¿Te duele?
+Estoy bien, descuida.
+De acuerdo, te llevo en mi
auto, ¿está bien?
+ ¿Y mi motocicleta?
+Después vienes a recogerla, o
si quieres yo te la llevo
+La segunda
-Eduardo rió y asintió, ambos
salieron del departamento con dirección a casa de Lu, él le abrió la puerta del
coche y de inmediato ella ingresó en el puesto de copiloto y se abrochó el
cinturón de seguridad. La muchacha iba guiándolo por el camino correcto, como
él lo había hecho la noche anterior-
+ ¿Trabajas?
+Sí, soy profesor a medio
tiempo, luego estoy en mi empresa
+Suena bien. A tu edad quiero tener todo eso también
+ ¿A mi edad? Ni que fuera
anciano. y tú ¿qué estudias?
+ No quise decir eso. Estoy en
la universidad, estudiando lo que es Turismo.
+Gran carrera, colega.
+¿Colega? También estudiaste
esto?
+Vaya que sí.
+Es aquí
-detuvo el auto y la acompañó
hasta la puerta de la casa, al abrir su mamá estaba realmente angustiada y
hecha furia, al ver al muchacho se quedó un poco sorprendida-
+ ¿Eduardo?
+ ¡Ms. Roxana! –exclamó este
con sorpresa-
+ ¿Se conocen? –preguntó aun
más extrañada la contraria-
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